4 mar 2016

El primer "conejo"

Tras una primera noche “movidita” en la que, por si había alguna duda, me había quedado claro mi nuevo estatus de “Conejo de la Compañía de Esquiadores Escaladores”, y habiendo dormido apenas un par de horas entre putada y putada, velaba con los ojos inyectados en sangre, esperando el toque de diana.

En  esos días, los cambios en mi vida eran vertiginosos: civil-recluta-soldado-conejo.

Habían tirado la cama (conmigo dentro) unas seis o siete veces, había formado en calzoncillos y desfilado por toda la compañía, había cantado metido dentro de una taquilla las canciones del momento, mientras los bisas metían pesetas por las ranuras para pedir su tema;  en fin, tenía la mente bastante ocupada, y el instinto asesino a flor de piel.

Mirando a un lado y a otro el panorama era desolador.  Mi vecino de madriguera,  a la derecha, roncaba rebozado en espuma de afeitar, su nombre Ricardo según supe después; mientras a la izquierda, un ovillo tiritón bajo una sábana (sus mantas y colcha habían salido por la ventana) me levantó el ánimo: aún se podía estar más jodido…



No dejaba de pensar en una cosa que me había dicho mi bisa:

—¡Has caído en la Segunda Sección, ES LA MEJOR!!!, pero mañana cuando salgamos a correr, échalo todo porque a los últimos que lleguen, a esa escoria,  los mandarán a la Sección de Acemileros y eso es una putada de las gordas.

Así que totalmente concentrado, a  correr, correr y  correr.

Y sonó la corneta..

—¡¡¡DIANA!!!¡¡¡ABAJO CONEJOOOS,  A LA PUTA CARRERA!!!—parecía que se había desatado el mismo infierno.  Gritos por doquier, empujones...

En la Primera Sección, todos los conejos tenían pasta de dientes en las botas y juraban en arameo y otras lenguas muertas.

En segundos entré en el pantalón y caí sobre las botas, las mías sin sorpresa.

La camisa, la chupita y el dos cuartos a un tiempo.

Había adquirido esa habilidad en el CIR, así cerraba el dos cuartos y ahorraba de abrochar botones (más tarde descubrimos el belcro), la gorra de "pistolo" (la boina aún no la merecía) y…¡¡¡ A LA PUTA CARRERA!!!

Escaleras abajo entre un maremagnum de codazos, patadas, collejas, empujones…tenía que pasar…tropecé y me llevé a tres veteranos rodando conmigo por las escaleras, algo impensable,  que acabé pagando caro, pero que muy caro...



Todavía no se cómo,  pero llegué a la formación de los primeros.

Ahí presentes, aún de noche, fue la primera vez que experimenté esa sensación de orgullo, de manada diferente, que aún hoy me acompaña a diario.

El resto del mundo parecía moverse a distinta velocidad.  Miré a un lado y a otro y las compañías de Cazadores de Montaña aún componían sus formaciones, mientras nuestro Teniente de guardia ya había dado novedades.

Colleja del sargento—!!! EN DESCANSO LA VISTA AL FRENTE, CONEJO!!!

Bandera y rompan filas— ¡¡¡A CAMBIARSE!!! EN CINCO MINUTOS OS QUIERO FORMADOS EN ROPA DE DEPORTE!!!...—otra vez al lío, todos corriendo escaleras arriba.

Al llegar colchones, almohadas, sábanas, mantas y colchas de los conejos formaban una montaña en el centro de la nave. Todos corriendo a coger lo suyo, y volando a vestirse de deporte entre continuos gritos—¡¡¡ HOY VAIS A MORIR CONEJOOOS!!!...—a la carrera escaleras abajo, formación, paso ligero camino a la pista de aplicación. 



Me la habían enseñado el día antes, recién llegado al cuartel, y se me habían puesto de corbata. Ahora al encararla por primera vez, estaba tan aturullado que ni miedo pude sentir. 

Con mayor o menor fortuna fui superando obstáculos y tuve mi primer contacto con el “gallinero” en el que un par de meses después, rompí un par de huesos del brazo por exceso de confianza. 


Acabé extenuado como el resto de gazapos,  mientras los veteranos, impertérritos, nos miraban con cierta curiosidad.  Supongo que esperaban el primer muerto…

—¡¡¡CONEJOS A FORMAR!!!...¡¡¡A LA PUTA CARRERA!!!...y carrera es lo que tocaba, tal y como me había anticipado mi bisa.  Había que subir corriendo el monte San Cristóbal, por primera vez. Yo no sabía muy bien lo que pasaba en la Sección de Acemileros, pero viendo lo chunga que se estaba volviendo mi vida y estando advertido de que en esa Sección podría ser incluso peor, ni que decir tiene que lo di todo en el jodido monte, todo.

Siempre se me dio bien correr, así que pensé que lo tenía fácil.  No contaba con el rompepiernas de San Cristóbal, ¡me reventó!.

Aún así no salí mal del paso, quedé por la mitad y permanecí en la Segunda.

Al llegar arriba me desplomé en una informe masa de roedores extenuados.

Durante apenas dos minutos—¡¡¡PERO QUE COJONES HACÉIS TODOS POR EL PUTO SUELO??? EN PIÉ!!! AL CUARTEL A LA PUTA CARRERA!!!...acababa de llegar el Sargento con los de cola (los acemileros)…”Esta gente está trastornada” pensé mientras obligaba a mis piernas a correr monte abajo.

Llegamos al cuartel.  El montón de colchones, mantas, etc, había resurgido en la nave. 

Hacer la cama, ducha, afeitado, meada—¡¡¡A FORMAR!!! ¡¡¡A LA PUTA CARRERA!!!...—vuelta a enfundarme el M67 y a correr escaleras abajo.

Formación. La misma sensación de antes, el resto del cuartel iba a su ritmo: poco a poco se iban agrupando las compañías ante el comedor. 


Una vez formadas era nuestro turno, un susurro:— “conejos, que retumbe el suelo”¡¡¡ DE FRENTE.... PASO LIGEROOO!!! A pesar de que nuestras gorras de pistolo deslucían la formación, la entrada de la Compañía en la explanada fue espectacular, como lo sería tantas y tantas veces. Orgullo. Desayuno. Cigarro. Vuelta a la compañía. Vuelta a hacer la cama. Vuelta a cambiarse. El otro M67 y el equipo de combate—¡¡¡ A FORMAR CONEJOS!!! A LA PUTA CARRERA!!!

Otra vez formados, otra vez paso ligero. 


Orden de combate armados con los “palos de fuego”, unos viejos Mauser descerrajados con pinta de venir de la guerra civil…o de una anterior…

—¿Y estos trastos?

 —Son para romper, no querrás cargarte el chopo, CONEJAZO!!

“¿Para romper?”.  Iba dándole vueltas a eso cuando me volví a encontrar de frente con la pista de aplicación, esta vez con todo el equipo encima. No había opción ni marcha atrás. ¡Valor y al toro! 

Pasamos la pista con más dificultades que antes, el cansancio era ya tremendo. 


Formación. Paso ligero. Enfilamos San Cristóbal. “¡¡Están completamente trastornados!!” empezaba a pensar en como librarme de este calvario cuando llegamos a un claro embarrado—¡¡¡ CUERPO A TIERRA!!!—Un momento de duda…la colleja me facilita el cuerpo a tierra…—¿QUE PASA CONEJOS? ¿OS DA MIEDO UN POCO DE BARRO? ¡¡¡OS QUIERO VER REBOZADOS!!! EL QUE NO LLEVE BARRO HASTA EN EL OJO DEL CULO VA A COMERSE UN PAQUETE DE COJONES!!!—así que arrastrados por el fango de un lado al otro del claro.

Cuando lo único que no estaba embarrado era el blanco de nuestros ojos, empezó el esgrima de fusil. Ahí si que se ensañaron los veteranos. Creo que no quedó un centímetro de mi cuerpo en el que no hubiese caído un culatazo. Era el conejo morado.

Formación. Paso ligero. Al cuartel. A hacer otra vez la cama (lo de la cama empezaba a ser irritante). Cambiarse de nuevo. El otro M67. Esta vez con los chopos—¡¡¡ A FORMAR!!! A LA PUTA CARRERA!!!

Orden cerrado. Paso ligero. Izquierda. Derecha. Presenten. Al hombro. Cambio de hombro. Tercien. Paso maniobra. Variación izquierda. Vista a la derecha. De frente. Paso ligero—¡¡¡PERO QUÉ COJONES PASA CON LA CALDERILLA!!!—el Sgto. llamaba calderilla al final de la formación,  donde estaban los más bajitos de la Sección.

Como yo no lo sabía, no pude evitar mirar atrás para ver que pasaba con la famosa calderilla. Error. 

El puñetazo en el pecho me pilló totalmente desprevenido, y como mi cuerpo no estaba para jotas, me caí hacia atrás provocando un efecto dominó que alcanzó a tres “fichas” por detrás de mí. Aún no era muy consciente de lo que había pasado y ya tenía la cara del Sargento a un palmo de la mía, gritando mientras se agachaba:

—¿ CÓMO TE LLAMAS, CONEJO???

—¡Estrada, Mi Sargento!—farfullé aturullado mientras intentaba ponerme firmes, saludar y sin saber muy bien que hacer con el chopo, aparte de pegarme un tiro.

—¿QUÉ COJONES LE HAS HECHO A MI FORMACIÓN, ESTRADA???— hay momentos para estar callado y decidí que ese era uno de los mejores, así que lo miré con mi mejor cara de gazapo degollado, mientras una lagrimilla pugnaba por escapárseme del ojo.

—¡¡¡CÓMO TE ECHES A LLORAR TE PEGO UN TIRO AQUÍ MISMO!!!— la lágrima se reabsorbió ipso facto—¡¡¡TE PRESENTAS AL CUARTELERO Y TE APUNTAS LA TERCERA IMAGINARIA TODA LA SEMANA!!!

Y de esa forma me convertí en el primer conejo arrestado de mi promoción, el primer día de servicio en la Compañía.

Mientras, corría escaleras abajo después de haber hecho de nuevo la cama y dirigiéndome a la formación del rancho, pensando sólo en una cosa:

—¡¡¡Trastornados!!! Están completamente trastornados!!!

Pero...¿¿DÓNDE COÑO ME HE METIDO??? “


Autor: Chus Estrada, reemplazo 2º/82, veterano de la Compañía de Esquiadores Escaladores de Pamplona. 

En Oviedo, a cuatro de Marzo de 2016.









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